Un post emocionante o uno experto. El cómo y el quién varía, pero quien tenga una cuenta en LinkedIn habrá visto en alguna ocasión lo que ocurre a continuación. El engagement se dispara, la imagen pública de quien firma se beneficia de ese tirón y, de pronto, ha nacido una estrella. Ese perfil asienta su proyección de persona experta.
A pesar de no tener experiencia “real” en el “trabajo”, los “creadores”, como se refiere a ellos la propia red social, no comparten sus compras en Amazon o sus menús diarios. En su lugar, están compartiendo posts motivacionales, ideas y expectativas de negocio, historias de éxito profesional… e incluso relatando sus experiencias laborales negativas. Pero, por mucho que esto sea a lo que tantos aspiran en la red social, no es oro todo lo que reluce. Detrás de estos contenidos no siempre está quienes parecen a primera vista.
La idea de los escritores fantasma para LinkedIn no es exactamente nueva. En cierto modo, casi se podría decir que arranca mucho más atrás, con todos esos directivos a los que los discursos y las columnas de opinión que publican en medios se las escriben equipos de comunicación o expertos contratados a medida para ello.
Los escritores fantasma son una evolución más democrática, porque para que te escriban la actualización de perfil solo necesitas pagar a quien lo haga. Cualquier ejecutivo que quiera asentar su marca personal y tenga el presupuesto para ello puede hacerlo, como ya alertaba una investigación de la prensa estadounidense la pasada primavera. Entonces, se marcaban las tarifas en una horquilla media de entre 500 a 700 dólares por hora de trabajo y el mercado en uno creciente.
Ahora, meses después, la cosa está más asentada y casi se puede decir que el mercado es uno floreciente. Una nueva investigación de Insider señala que la demanda de los servicios de estos escritores fantasma ha crecido de forma notable desde entonces. Algunas de esas autoras que se quedan entre las sombras aseguran que tienen un 50% más de demanda, aunque Insider habla de un crecimiento de alrededor del 40%. Por supuesto, a medida que la demanda ha crecido, también lo han hecho los precios de algunos de estos profesionales de los textos para perfiles ajenos.
LinkedIn no cree que sea un problema. “No todo el mundo es un gran comunicador”, explica el editor jefe de LinkedIn, Dan Roth, a Insider. “Si depender de escritores fantasma es lo que necesitas como líder o profesional para extraer el conocimiento de tu cabeza y ponerlo del modo en el que estés más cómodo compartiéndolo, estupendo”, añade, recordando eso sí que no es algo necesario y que lo “más auténtico” que seas mejor.
El tirón del LinkedInfluencer
Pero ¿por qué pagar para que te escriban los posts? No parece tan descabellado cuando se tiene en cuenta que LinkedIn es el escaparate en el que buscas mostrarte al mundo como profesional y lo que consigue (puede) mejorar la trayectoria laboral. Y, además, también está el caché de convertirse en alguien popular. En resumidas cuentas, todo el mundo quiere ser un LinkedInfluencer.
El término, LinkedInfluencer, lo usaba hace unas semanas el medio estadounidense Vox justamente abordando como, entre las cuentas de LinkedIn, habían empezado a emerger estos patrones de comportamiento, el de usar a expertos para crear esos contenidos. Triunfar en LinkedIn no solo crea oportunidades de trabajo, también te convierte en una estrella corporativa (y puede ser la vía para lanzar libros o establecerse como fuente experta). Si a eso se suma que la competencia es cada vez mayor, añade el medio (cada vez más usuarios usan el “modo creador”), se entiende por qué esta obsesión con pulir los contenidos propios aunque sea con el teclado ajeno.